viernes, 16 de agosto de 2013

ITÁLICA, ESPEJO DE ROMA

Foto: -ITÁLICA, ESPEJO DE ROMA-

A pocos kilómetros de Sevilla, a un lado del viejo río Guadalquivir, duermen las ruinas de Itálica, uno de los conjuntos arqueológicos de época romana más importantes de España. Aquí nacieron los emperadores Trajano y Adriano, enaltecidos por la pluma de la escritora francesa Marguerite Yourcenar.

Las casas patricias, el teatro y el anfiteatro, el circo donde combatieron las fieras, las calles pavimentadas y los grandes foros donde un día se levantaron los grandes monumentos de la administración guardan un eco lejano en este singular mundo de ruinas y piedras reconstruidas. Visitar Itálica es una invitación a vestir con toga romana. La historia la sitúa entre las grandes ciudades de la república, y sobre todo, del imperio.

-La fundación-

Itálica fue fundada por Escipión el Africano en el año 206 antes de Cristo, tras vencer a los cartagineses en la batalla de Ilipa. Los rastros que han llegado hasta nuestros días demuestran que Itálica fue una ciudad palatina levantada para el descanso. En cambio, la vecina Hispalis era la urbe comercial y portuaria. Los patricios llegaban a ella para vigilar sus negocios y rubricar acuerdos. En Itálica les esperaba el descanso.

Hoy sabemos que la ciudad estaba ordenada como un tablero de ajedrez y que las fachadas de las casas estaban decoradas con mármoles traídos de Italia, Grecia y el mítico Oriente. De todo aquello sólo queda un esqueleto de piedra. No hay jaspes, ni mármoles, ni mosaicos algunos. Una mínima parte de todo aquello está repartido por varios museos.

Itálica es ahora un conjunto de ecos inmóviles y exánimes. Por sus calzadas pasean historiadores y curiosos de las intimidades del semejante que buscan en el interior de las casas descubiertas alguna muestra de la vida que aquí dejaron sus moradores. Los huesos de Itálica reposan en un amable juego de colinas y lomas, al lado de Santiponce.


A seis kilómetros está el río Guadalquivir donde desembarcaban las riquezas que durante largo tiempo colmó de lindas apariencias a esta ciudad. En el circo que entretenía las tardes de los potentados ciudadanos romanos no sacrificaban a animales exóticos. A la arena saltaban toros bravos, parientes muy lejanos de estos otros que hoy engrandecen la fiesta nacional.

-Lal casa y el anfiteatro-

A la entrada al conjunto arqueológico de Itálica se localiza una casa romana reconstruida. A pocos metros está el anfiteatro que en su día tuvo capacidad para más de 25.000 espectadores. Se cuenta que fue el tercero más importante en el antiguo mundo romano.

Asimismo, el teatro de Itálica se sitúa en una de las colinas que miran a la localidad de Santiponce. No lejos de aquí está el monasterio de San Isidoro del Campo, uno de los templos cristianos más importantes de la provincia de Sevilla. Itálica, además, es un hito importante dentro del llamado itinerario de la Vía de la Plata, que trepa hasta Extremadura y que tiene en la ciudad de Mérida una de sus más importantes paradas.

| Más información en www.museosdeandalucia.es y en www.turismosantiponce.es

Fuente: www.ocholeguas.com

A pocos kilómetros de Sevilla, a un lado del viejo río Guadalquivir, duermen las ruinas de Itálica, uno de los conjuntos arqueológicos de época romana más importantes de España. Aquí nacieron los emperadores Trajano y Adriano, enaltecidos por la pluma de la escritora francesa Marguerite Yourcenar.

Las casas patricias, el teatro y el anfiteatro, el circo donde combatieron las fieras, las calles pavimentadas y los grandes foros donde un día se levantaron los grandes monumentos de la administración guardan un eco lejano en este singular mundo de ruinas y piedras reconstruidas. Visitar Itálica es una invitación a vestir con toga romana. La historia la sitúa entre las grandes ciudades de la república, y sobre todo, del imperio.


EMPERADOR ADRIANO


EMPERADOR TRAJANO


-La fundación-

Itálica fue fundada por Escipión el Africano en el año 206 antes de Cristo, tras vencer a los cartagineses en la batalla de Ilipa. Los rastros que han llegado hasta nuestros días demuestran que Itálica fue una ciudad palatina levantada para el descanso. En cambio, la vecina Hispalis era la urbe comercial y portuaria. Los patricios llegaban a ella para vigilar sus negocios y rubricar acuerdos. En Itálica les esperaba el descanso.

Hoy sabemos que la ciudad estaba ordenada como un tablero de ajedrez y que las fachadas de las casas estaban decoradas con mármoles traídos de Italia, Grecia y el mítico Oriente. De todo aquello sólo queda un esqueleto de piedra. No hay jaspes, ni mármoles, ni mosaicos algunos. Una mínima parte de todo aquello está repartido por varios museos.

Itálica es ahora un conjunto de ecos inmóviles y exánimes. Por sus calzadas pasean historiadores y curiosos de las intimidades del semejante que buscan en el interior de las casas descubiertas alguna muestra de la vida que aquí dejaron sus moradores. Los huesos de Itálica reposan en un amable juego de colinas y lomas, al lado de Santiponce.


A seis kilómetros está el río Guadalquivir donde desembarcaban las riquezas que durante largo tiempo colmó de lindas apariencias a esta ciudad. En el circo que entretenía las tardes de los potentados ciudadanos romanos no sacrificaban a animales exóticos. A la arena saltaban toros bravos, parientes muy lejanos de estos otros que hoy engrandecen la fiesta nacional.


-La casa y el anfiteatro-
A la entrada al conjunto arqueológico de Itálica se localiza una casa romana reconstruida. A pocos metros está el anfiteatro que en su día tuvo capacidad para más de 25.000 espectadores. Se cuenta que fue el tercero más importante en el antiguo mundo romano.

Asimismo, el teatro de Itálica se sitúa en una de las colinas que miran a la localidad de Santiponce. No lejos de aquí está el monasterio de San Isidoro del Campo, uno de los templos cristianos más importantes de la provincia de Sevilla. Itálica, además, es un hito importante dentro del llamado itinerario de la Vía de la Plata, que trepa hasta Extremadura y que tiene en la ciudad de Mérida una de sus más importantes paradas.


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