Fuente de Piedra es un municipio español de la provincia de Málaga, en la comunidad autónoma de Andalucía. Está situado al norte de provincia, en la Comarca de Antequera y el partido judicial homónimo.
Está a 73 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Málaga, junto a la Reserva Natural Laguna de Fuente de Piedra, a 443 metros sobre el nivel del mar. Tiene 90,15 km² de superficie y 2.582 habitantes (2008).
El municipio de Fuente de Piedra está situado en la mitad occidental de la comarca de Antequera, y se extiende desde las tierras de Campillos hasta el límite de la provincia de Málaga con la de Sevilla. Su paisaje, de relieve muy suave y cubierto de campos de olivos y cereal, está dominado por la enorme Laguna de Fuente de Piedra, en la que el interés ecológico por la importante colonia de flamencos que alberga (se han podido cuantificar en años buenos hasta 10.000 parejas reproductoras), se le une la belleza paisajística de su extensa lámina de agua. Ni siquiera en los años secos, cuando el nivel de la laguna disminuye, desaparece la espectacularidad de la zona.
La presencia de la laguna determinó el asentamiento de pobladores en la zona ya en épocas prehistóricas. De acuerdo con los restos encontrados, parece ser que el hombre ya estuvo aquí en el solutrense y desde entonces permaneció en estas tierras de forma continuada hasta la llegada de los íberos. Estos se constituyeron en cultura autóctona y mantuvieron relaciones comerciales con fenicios y cartagineses.
Ocupado el lugar por los romanos en el siglo III a. C., recibió el nombre de "Fons Divinus" -Fuente Divina- en reconocimiento a las propiedades medicinales de las aguas de su fuente. La proliferación de yacimientos marcan la importancia de la zona durante el Alto y Bajo Imperio.
En 1461, don Rodrigo Ponce de León, Señor de Marchena, y Luis de Pernía, capitán de la guarnición de Osuna, toman posesión del lugar tras la batalla del Madroño y expulsan a los moros que lo habitaban. De este modo quedó abandonada hasta 1547 en que Antequera decide crear un arrabal para alojar a los enfermos renales, que en gran número se trasladaban a tomar aguas de su fuente.
La importancia de estas aguas contribuyó a un apogeo comercial de la zona, ya que se llegaban a exportar al Nuevo Mundo y al reino de Nápoles. Después de la prosperidad de los siglos XVI y XVII, el siglo XVIII y hasta principios del siglo XIX fueron de crisis, ya que las continuas sequías de la Laguna Salada favorecieron la expansión de epidemias que causaron estragos en la población y mala fama del lugar. Entonces, el motivo de la epidemia se achacó a los vapores que exhalaban las aguas estancadas de la fuente por falta de corriente. En 1959 se decidió enterrarla. Desde 1983 se intentó recuperar, consiguiéndose años más tarde, pasando a constituir el símbolo del municipio.
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