jueves, 17 de octubre de 2013

¿De verdad los romanos echaron tantos cristianos a los leones?

 Gracias a películas como "Quo Vadis?" la opinión pública es de la opinión de que en tiempos de Nerón los cristianos eran arrojados a los leones del Circo romano, culpados del incendio de Roma. Y de ahí vino una persecución religiosa tras otra, hasta el punto de que hay cristianos que se quejaron de que en la película "Gladiator" no se hablase de ello, pues toda película de romanos debía tratar el tema.

¿Qué razones podía tener el estado romano para perseguir una religión? La ley prohibía los cultos no autorizados por el estado, pero este estado siempre había sido muy tolerante en materia religiosa. Según el ex-franciscano Joseph McCabe el cristianismo era detestado por tres motivos: Uno: Reuniones secretas y nocturnas, que hacían correr rumores de conspiración. Dos: Hostilidad manifiesta contra todas las demás religiones, que eran las oficiales. Tres: Deslealtad al Imperio.

¿Hubo persecución en tiempos de Nerón? El historiador Tácito escribe que hubo una represión local en la ciudad de Roma, que no se extendió fuera de ella, sobre una multitud de personas. No hay detalles ni cifras. Los mártires oficiales de esta época se han demostrado invenciones posteriores (San Paulino, San Torpeto). La primera mujer cristiana en ser martirizada fue Santa Tecla, que según la leyenda fue echada a los leones desnuda pero estos no la miraron para no avergonzarla, y se dedicaron a lamerle los pies.

Nerón también mató a muchos paganos. Se llegó a escribir una lista de mártires de la locura del emperador, y es posible que los cristianos copiasen algunos nombres.

Tras Nerón se supone que hubo otra persecución durante el reinado de Domiciano, todavía en el primer siglo. El libro del Apocalipsis fue escrito en estas fechas y su autor se hallaba desterrado en una isla griega, sin haber sido ejecutado, pero no paraba de escribir sobre muertes y más muertes por la Fe. También hay que recordar que a finales de la época de Nerón hubo una guerra contra los judíos y puede ser que la mayoría de los cristianos de entonces vivieran en la zona de guerra.

Tillemont, un sacerdote francés del siglo XVII, hace un repaso de todos los supuestos mártires del siglo I y duda de todos excepto de San Pedro y San Pablo. Con el siglo II tampoco encuentra relatos creíbles. Pudieron haber ejecuciones, pero lo que nos ha llegado son versiones fantasiosas que no arrojan luz sobre los hechos reales. De San Jacinto nos dice que su historia es un cuento y de Santa Eudocia que su vida es pura ficción. Del martirio de San Rómulo y once mil soldados cristianos dice que fue inventado en el siglo X.

San Evodio, ninguna evidencia de que muriese como mártir. San Ignacio, relato lleno de errores. Santa Sofía, relato lleno de anacronismos. San Eleuterio, ninguna prueba de que existiera...

Trajano y Marco Aurelio se supone que también lanzaron persecuciones, pero es más probable que dejasen a los gobernadores locales cumplir la ley de reprimir todo culto no autorizado.

Septimio Severo, en la siguiente persecución, ha dejado unas pocas pruebas de auténticos mártires. Los dos emperadores siguientes estaban demasiado ocupados con sus vicios como para ponerse a perseguir a nadie por su religión, y el siguiente, Alejandro Severo, tenía un icono de Cristo en su capilla privada. Fue sucedido por Maximino, de quien se supone que martirizó a millares de cristianos, pero de nuevo (según el profesor Gwatkin) no hay pruebas de ninguna ejecución.

Decio (249-251), Valeriano (257), y Diocleciano (303) lanzaron las grandes persecuciones. Según Gwatkin los cristianos no tenían interés en defender el estado y veían con buenos ojos una invasión de godos o persas. Eran casi unos traidores. Sin embargo, en ninguno de los tres edictos de Diocleciano se impone la pena de muerte a los cristianos. Se sabe que muchos de ellos renegaron de sus creencias para no sufrir otros castigos, y que tiempo después quisieron volver a ser admitidos como cristianos.

Al parecer nunca se arrojaron cristianos a los leones del Coliseo. Es posible que fuera de Roma se hiciera en alguna ocasión, pues es cierto que existía el castigo de echar criminales a "las bestias". Entre las listas de mártires católicos figuran Papas que murieron plácidamente en la cama, y herejes cuyas ideas eran enfrentadas por los que más tarde se llamarían católicos.

Una vez triunfó el cristianismo con Constantino se multiplicaron las leyendas y además apareció un comercio de reliquias de santos y mártires. Para fundar un nuevo lugar de culto se precisaban tener huesos de santos, o reliquias similares, que eran falsificadas alegremente.
Fuente principal: The Story of Religious Controversy de Joseph McCabe.

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