La primera civilización ibérica ha sido considerada un enigma hasta bien entrado el siglo XX. Hoy sigue sin localizarse la capital de aquel fantástico reino que abarcó las zonas andaluzas de Huelva, Sevilla y Cádiz, en el bajo Guadalquivir, aunque su esplendor se extendió por una buena parte del sur de la península. Durante siglos, Tartessos ha sido un misterio. Las fuentes clásicas e incluso la Biblia mencionan un rico reino con una una gran capital en el extremo occidental del Mediterráneo al que llaman Tartessos.
En la actualidad y gracias a los testimonios históricos, sabemos que la cultura de Tartessos existió gracias a al explotación de los abundantes recursos de la zona y que es el punto de partida civilizatorio en la península, aunque hasta la fecha no se hayan encontrado los grandes monumentos anunciados por los textos antiguos.
El descubrimiento del magnífico Tesoro del Carambolo en la localidad sevillana de Camas vino a confirmar las teorías que hablaban de un pueblo próspero, que en contacto con fenicios y griegos había logrado un notable esplendor entre los siglos VIII y VI a.C. Tartessos empezó a gestarse hacia el año 1200 a.C., y su ocaso se fecha a mediados del siglo VI a.C., con la hegemonía de los cartagineses.
Tartessos dejó llegar su influjo por casi toda la mitad sur de la península, como lo demuestran los restos hallados en Extremadura (Cancho Roano), sur de Castilla la Mancha e, incluso, en torno a la cuenca del río Segura, en Murcia. El esplendor de Tartessos coincidió con el contacto continuado con los foceos (griego procedentes de Asia Menor) y los fenicios.
Los investigadores sitúan a la propia capital del reino en algún punto de las antiguas marismas del Guadalquivir. Sin embargo, no hay evidencia alguna de esa localización. Historiadores coinciden en afirmar que la capital debía estar situada en un profundo lago interior circundado de pequeñas alturas en las que se arracimaban los establecimientos tartésicos al abrigo del mar abierto y junto a ríos y esteros que permitían una fácil comunicación con el interior.
El Tesoro del Carambolo se le atribuye a Tartessos./José Luiz Bernardes Ribeiro
El principal vestigio arqueológico de Tartessos lo constituyen objetos de todo tipo hallados por los alrededores: vasijas, estelas funerarias, monedas, figurillas de bronce, cinturones…, a partir de los cuales se han trazado teorías dispares respecto al origen, evolución y ocaso de aquel reino que sigue deslumbrando en la actualidad.
En torno a Tartessos los pueblos peninsulares desarrollaron la primera escritura (influenciada por los fenicios), la sofisticación de la agricultura y crearon los primeros centros urbanos. Argantonio, el Hombre de Plata (en alusión a la extracción de este mineral en la región) es el primer rey tartésico del que se poseen datos históricos fehacientes por su estrecha relación con los griegos focenses.
Broche de bronce perteneciente a Tartessos./José Luiz Bernardes Ribeiro
Se cree que, precisamente, esta relación con los griegos fue la causa de que Cartago decidiera arrasar la ciudad y región de Tartessos. Siglos después, el arqueólogo Adolf Schulten aseguró que la capital tartésica había que buscarla en el actual Parque Nacional de Doñana. Desde 2007, investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Huelva intentan confirmar esta hipótesis. Todavía hay quien está convencido de que la Atlántida de la que hablaba Platón no es otra que la civilización perdida de Tartessos.
Pese a los escasos restos arqueológicos que nos ha legado esta cultura, resulta fascinante que el viajero se aproxime a la zona de Doñana para, aparte de disfrutar de la naturaleza en estado puro con la visita al Parque Nacional, se deje llevar por el lustroso pasado de una fascinante civilización cuya magia todavía perdura. La máquina del tiempo espera al viajero.
Blog dedicado a compartir los avances y descubrimientos, ademas de las cosas curiosas que ocurren en este nuestro planeta llamado Tierra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario