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jueves, 19 de junio de 2014
¿Vuelve el Concorde? La NASA quiere resucitar así los vuelos supersónicos
Desde que el Concorde fuera jubilado, hace algo más de 10 años, no ha habido más vuelos supersónicos en el cielo que los de los cazas militares. Sin embargo, la NASA quiere resucitar el transporte de pasajeros por encima de la velocidad del sonido. Con sus socios aeronáuticos cuenta ya incluso con un par de prototipos a escala.
El accidente del vuelo 4590 de Air France en julio de 2000, el único sufrido por un Concorde, acabó con la vida de todo el pasaje, la tripulación y cuatro personas en tierra. Pero aquello no fue lo que acabó con los vuelos supersónicos comerciales tres años más tarde. El siniestro había sido provocado por una pieza caída de otro avión. Sin embargo, en el contexto post 11-S, los problemas que provocaba viajar más allá de la velocidad del sonido (1.234 km/h al nivel del mar y con una temperatura del aire de 20º) acabaron por enterrarlo.
Junto a la ineficiencia en el consumo de combustible y la contaminación a gran altura, el principal problema del Concorde era la explosión sónica que se producía al superar la barrera del sonido. Al atravesar el aire a velocidades de hasta 2.400 km/h, las ondas sonoras se solapan disipando una gran cantidad de energía. Por fortuna los pasajeros y la tripulación no oían la explosión porque siempre iban por delante del sonido. Pero, incluso volando a 18.000 pies, el ruido era tan molesto para los que estaban en tierra, que las autoridades de aviación de Estados Unidos prohibieron los vuelos supersónicos sobre terreno estadounidense (bueno, salvo los de los militares).
Durante Aviation 2014, la principal feria aeronáutica de Estados Unidos, la NASA está presentando sus avances con los vuelos supersónicos. Su objetivo principal es conseguir un avión que aún volando a velocidades supersónicas, sus explosiones sónicas sean minimizadas al máximo. Y ya cuentan con dos modelos diseñados por los dos grandes fabricantes de aviones estadounidenses, Lockheed Martin y Boeing.
Diseño del avión supersónico de Boeing. El de Lockheed es el de más arriba.
“Hay tres principales obstáculos para los vuelos civiles supersónicos: la explosión sónica, las emisiones a gran altitud y el ruido en el aeropuerto. De las tres, la explosión presenta el mayor problema”, decía en una nota el responsable del Proyecto de Alta Velocidad de la NASA, Peter Coen.
Eliminar el estruendo al superar la barrera del sonidos es físicamente imposible. Pero los ingenieros de la NASA y sus socios aeronáuticos están investigando mil y una maneras de reducirlo hasta niveles que las autoridades de aviación y la propia población consideren aceptables.
EL DISEÑO ES COMO EN LOS 60
En ese objetivo intervienen muchos factores, como el sistema de propulsión o hasta donde van colocados los motores. Pero el determinante sigue siendo la forma del avión. Llama la atención que aunque el diseño del Concorde es de principios de los años 60 del siglo pasado, los más futuristas modelos de aviones supersónicos civiles son muy parecidos. No es que la ingeniería haya avanzado poco en estas décadas, es que la característica forma en delta y la punta como si fuera una aguja del Concorde siguen siendo la mejor manera de romper la barrera del sonido de la forma más suave posible.
Pero la reducción de la explosión sónica estará en los detalles. Uno de los diseños con los que está ensayando la NASA es el propuesto por Lockheed Martin. Como los aviones tradicionales, monta dos motores bajo las alas y un tercero sobre el fuselaje. Mientras, la idea de Boeing es colocarlos encima de ellas, como estaban en los primeros aviones del siglo XX.
“La colocación de los motores es un elemento crítico para conseguir un diseño de baja explosión”, explica Coen. "Si los montamos de forma convencional, necesitamos, necesitaremos adaptar cuidadosamente la forma de las alas para disipar las ondas de choque. Si los ponemos sobre las alas, la onda de choque puede ser dirigida hacia arriba y no afectaría a su rastro en tierra. Sin embargo, esta configuración puede afectar negativamente al rendimiento”, añadía.
Para buscar una solución perfecta, la NASA está ensayando con modelos a escala de los dos prototipos en túneles de viento. También está realizando pruebas con voluntarios para determinar qué niveles de ruido son aceptables. Con cada nuevo resultado, sus socios aeronáuticos tienen que volver a rediseñar los prototipos y vuelta a empezar.
Los ensayos con maquetas ya están en su última fase y como dice Coen, “hemos llegado a un punto en el que el vuelo supersónico de pasajeros a baja explosión sonora es posible”. En la NASA apuestan porque la segunda generación de los aviones comerciales supersónicos surquen los cielos en 2020. Permitiendo volar de Madrid a Nueva York en algo más de dos horas.
Ensayos a escala en el tunel de viento
FUENTE: http://www.huffingtonpost.es/
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