sábado, 25 de enero de 2014

Tartessos (Huelva, Sevilla, Cádiz)

La primera civilización ibérica ha sido considerada un enigma hasta bien entrado el siglo XX. Hoy sigue sin localizarse la capital de aquel fantástico reino que abarcó las zonas andaluzas de Huelva, Sevilla y Cádiz, en el bajo Guadalquivir, aunque su esplendor se extendió por una buena parte del sur de la península. Durante siglos, Tartessos ha sido un misterio. Las fuentes clásicas e incluso la Biblia mencionan un rico reino con una una gran capital en el extremo occidental del Mediterráneo al que llaman Tartessos.

En la actualidad y gracias a los testimonios históricos, sabemos que la cultura de Tartessos existió gracias a al explotación de los abundantes recursos de la zona y que es el punto de partida civilizatorio en la península, aunque hasta la fecha no se hayan encontrado los grandes monumentos anunciados por los textos antiguos.
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El descubrimiento del magnífico Tesoro del Carambolo en la localidad sevillana de Camas vino a confirmar las teorías que hablaban de un pueblo próspero, que en contacto con fenicios y griegos había logrado un notable esplendor entre los siglos VIII y VI a.C. Tartessos empezó a gestarse hacia el año 1200 a.C., y su ocaso se fecha a mediados del siglo VI a.C., con la hegemonía de los cartagineses.

Tartessos dejó llegar su influjo por casi toda la mitad sur de la península, como lo demuestran los restos hallados en Extremadura (Cancho Roano), sur de Castilla la Mancha e, incluso, en torno a la cuenca del río Segura, en Murcia. El esplendor de Tartessos coincidió con el contacto continuado con los foceos (griego procedentes de Asia Menor) y los fenicios.

Los investigadores sitúan a la propia capital del reino en algún punto de las antiguas marismas del Guadalquivir. Sin embargo, no hay evidencia alguna de esa localización. Historiadores coinciden en afirmar que la capital debía estar situada en un profundo lago interior circundado de pequeñas alturas en las que se arracimaban los establecimientos tartésicos al abrigo del mar abierto y junto a ríos y esteros que permitían una fácil comunicación con el interior.
Piezas que conforman el Tesoro del Carambolo
El Tesoro del Carambolo se le atribuye a Tartessos./José Luiz Bernardes Ribeiro
El principal vestigio arqueológico de Tartessos lo constituyen objetos de todo tipo hallados por los alrededores: vasijas, estelas funerarias, monedas, figurillas de bronce, cinturones…, a partir de los cuales se han trazado teorías dispares respecto al origen, evolución y ocaso de aquel reino que sigue deslumbrando en la actualidad.

En torno a Tartessos los pueblos peninsulares desarrollaron la primera escritura (influenciada por los fenicios), la sofisticación de la agricultura y crearon los primeros centros urbanos. Argantonio, el Hombre de Plata (en alusión a la extracción de este mineral en la región) es el primer rey tartésico del que se poseen datos históricos fehacientes por su estrecha relación con los griegos focenses.
Bronce de Tartessos

Broche de bronce perteneciente a Tartessos./José Luiz Bernardes Ribeiro
Se cree que, precisamente, esta relación con los griegos fue la causa de que Cartago decidiera arrasar la ciudad y región de Tartessos. Siglos después, el arqueólogo Adolf Schulten aseguró que la capital tartésica había que buscarla en el actual Parque Nacional de Doñana. Desde 2007, investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Huelva intentan confirmar esta hipótesis. Todavía hay quien está convencido de que la Atlántida de la que hablaba Platón no es otra que la civilización perdida de Tartessos.

Pese a los escasos restos arqueológicos que nos ha legado esta cultura, resulta fascinante que el viajero se aproxime a la zona de Doñana para, aparte de disfrutar de la naturaleza en estado puro con la visita al Parque Nacional, se deje llevar por el lustroso pasado de una fascinante civilización cuya magia todavía perdura. La máquina del tiempo espera al viajero.

domingo, 12 de enero de 2014

'No soy único': El proyecto que une a desconocidos que se parecen a desconocidos (FOTOS)

¿Piensas que eres especial y único?

Eso pensaban las personas que aparecen en estas fotos, hasta que se encontraron con François Brunelle.

Este fotógrafo, de 62 años y que vive en Montreal, ha pasado los últimos 12 años recorriendo el mundo para encontrar a completos desconocidos que se parecen increíblemente entre sí, como explican nuestros compañeros de The Huffington Post.

"Me inspiré en dos cosas", dijo Brunelle. "En primer lugar, veía parecidos en todo desde hace mucho tiempo. Luego está mi propia semejanza con el personaje de televisión Mr. Bean".
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fuente: http://www.huffingtonpost.es/

sábado, 11 de enero de 2014

Las 15 imágenes de la ola de frío de EE UU y Canadá que no te puedes perder (FOTOS)

La ola de frío conocida por los expertos como "vórtice polar" que ha congelado esta semana un tercio de Estados Unidos y ha afectado también a Canadá ha dejado varias imágenes con las que te quedarás helado.

El temporal ha causado al menos una veintena de muertos en Estados Unidos y ha provocado pérdidas que superan los 5.000 millones de dólares. La Casa Blanca ha vinculado la ola de frío con el cambio climático, y ha publicado un vídeo en el que el asesor de Ciencia y Tecnología del presidente Barack Obama, John Holdren, explica por qué la tormenta está relacionada con el calentamiento global.

Esta es una selección de las mejores imágenes de la ola de frío:

Un poste eléctrico congelado en Dunwoody, Georgia


Pompas de jabón congeladas

La puerta de una salida de emergencia, congelada

Las cataratas del Niágara congeladas en Ontario, Canadá

Un perro corre hacia su dueño en Mineápolis

El manillar de la puerta de un coche

Chicago, enmarcada por carámbanos de hielo

Un ciudadano pasa por una parada de autobús cubierta de nieve en Chicago

Reloj congelado por la ola de frío


La nieve cubre una moto en Chicago


Los viajeros esperan el tren en Chicago, Illinois

Una mujer lleva un carrito de bebé en Boston

Los carámbanos cubren un coche en Nueva York


Un ciudadano observa un muro de hielo formado alrededor de una playa, en Chicago

Una cascada del exterior del Museo Nacional del Indio Americano en Washington, completamente helada
FUENTE: http://www.huffingtonpost.es/

miércoles, 8 de enero de 2014

La imagen del fotógrafo, capturada en la retina del fotografiado

Julio Verne, en la novela Los hermanos Kip, libra a sus dos protagonistas de una acusación de asesinato con uno de esos trucos en los que genialmente mezclaba ciencia con ficción: una fotografía del rostro del asesinado mostraba la imagen de los verdaderos culpables fijada en la retina del muerto. Los optogramas, como así bautizaron a este supuesto fenómeno, estuvieron tan de moda a finales del siglo XIX que hasta Scotland Yard los hizo para intentar capturar a Jack el Destripador.
Aunque todo era superchería propia de la pseudociencia de esa época, la fotografía digital puede darle una segunda oportunidad a los optogramas. Dos investigadores británicos han demostrado que se puede identificar lo que ve una persona fotografiada haciendo zoom en la fotografía y, por fortuna, sin necesidad de que esté muerto.
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Con una cámara digital de las buenas, con una resolución de 39 megapíxeles (Mpx), Rob Jenkins, de la Universidad de York, y Christie Kerr, de la de Glasgow, realizaron una serie de fotografías a dos grupos de voluntarios para dos experimentos. En el primero, situaron en el campo de visión del fotografiado a varias personas, unas conocidas y otras desconocidas para él y, claro al fotógrafo, que era uno de los investigadores.
Las fotos, de tamaño carné, tenían una muy buena resolución, unos 12 Mpx de media. Las fueron ampliando hasta llegar a la córnea de uno de los ojos del fotografiado. Tras pasarlas por el PhotoShop, consiguieron localizar los rostros de los presentes en la escena. Eran apenas tres centenares de píxeles por rostro pero suficientes para que, al ponerlas junto a una imagen de mejor calidad, los voluntarios pudieran reconocer a los conocidos en el 84% de los casos e identificar a la mitad de los desconocidos.
En un segundo experimento con nuevos voluntarios de la facultad donde Jenkins da clases, los sujetos tenían que identificarle en una serie de seis imágenes donde las cinco restantes eran de personas ajenas a la universidad. Pero esta vez no había una foto buena con la que comparar. En el 90% de los casos, los participantes reconocieron al profesor y sólo un 10% dio un falso positivo, es decir reconoció a alguno de los desconocidos.
“La pupila es como un espejo negro. Para mejorar la imagen tienes que ampliarla y ajustar el contraste. La imagen del rostro recuperada del reflejo en el ojo del sujeto es unas 30.000 veces más pequeña que su cara”, recuerda Jenkins. Esto supone el 0,003% de la imagen. Aún así, “nuestros resultados destacan la gran capacidad que tenemos para reconocer rostros humanos y destapa el potencial de la fotografía de alta resolución”, añade en una nota.
Aún a pesar de la escasez de píxeles y una resolución pésima, los humanos podemos reconocer otros rostros y esa capacidad aumenta dramáticamente si no es la primera vez que lo vemos. Por eso, Jenkins y Kerr creen que este trabajo, publicado en PloS ONE puede ser muy útil para los forenses. En muchos delitos, como el secuestro o la grabación de pornografía infantil, las imágenes podrían llevar a hasta los autores.
Scotland Yard nunca pudo capturar a Jack el Destripador con los optogramas. Pero ahora no se trata de recuperar su imagen de la pupila de las asesinadas sino de descubrir al criminal en los ojos de la víctima fotografiada.